Casa rústica de piedra con encanto

Arquitecto técnico e interiorista
Marc Vidal

Localización
Conca de Barberà

Sup. construida / útil
255m2 / 192m2

Duración obra
30 meses

Finalización
2019

 

Casa de pedra - Marc Vidal - Arquitecte tècnic

Este proyecto de rehabilitación se ocupa de una antigua masía catalana que ha sido totalmente reformada y restaurada para su uso habitual como residencia. Data del 1856 y en un principio la construcción original formaba parte de las dependencias de un pajar. Actualmente, después de la reforma, se le ha dado un aire rústico, con un encanto natural ampurdanés que enlaza directamente con la zona donde se ubica.

La casa está situada en un pueblo de la Conca de Barberà, cerca de Santa Coloma de Queralt, tierra de cereales y vino, con un bonito entorno natural, unas vistas espectaculares y un castillo de origen medieval.

Sus calles estrechas y sus casas superpuestas nos recuerdan otras épocas. La amabilidad y hospitalidad de sus vecinos hacen del pueblo un lugar único, donde estrechar amistades. En esta casa de pueblo la planta baja estaba destinada a cuadras para animales y diferentes herramientas y utensilios agrícolas, en la planta intermedia existía la cocina, un comedor y varios dormitorios y la planta superior era utilizada como granero y pajar.

La reforma, por parte del arquitecto técnico Marc Vidal plantea la planta baja respetando la antigua distribución, las mismas paredes de gruesas piedras hacen de separación entre las estancias. Encontramos la cuadra, con su original pesebre, la escalera de piedra, una comuna y la entrada a la casa.

En la planta intermedia, se han mantenido las dependencias existentes, se ha incorporado un baño en una antigua despensa y en el espacio de la vieja cocina se ha proyectado la escalera que comunica con la planta superior. También se encuentran cuatro dormitorios y un baño. Una puerta de la casa se restauró y fue aprovechada como cabecero en una habitación. Los dormitorios albergan camas, armarios, cajoneras y otros elementos, algunos de los cuales tienen más de cien años de antigüedad. Algunos muebles son de herencia familiar, como la cama de hierro y otros comprados a un anticuario amigo de la familia. En un rincón, un hueco horadado en la pared, en el que se incrusta una piedra plana que servía para sentarse junto al fuego, nos recuerda el calor del hogar de la antigua chimenea. En otra habitación se conserva la gran pica de piedra donde lavaban los enseres de la cocina y cuyo desagüe de piedra aún se puede apreciar desde la calle.

El granero y el pajar se han convertido en una planta diáfana con acceso a otra calle donde encontramos un baño, la cocina, comedor y la sala de estar acompañada de una chimenea que da calor en los fríos días de invierno.

Además, se conservan los elementos típicos de una casa de pueblo del siglo XVIII consiguiendo una excelente combinación entre la tradición y la historia de la casa con las comodidades propias de la modernidad de hoy en día. Se ha buscado respetar al máximo las estructuras originales y los materiales propios de la zona. Los muros interiores y exteriores de piedra han sido restaurados casi en su totalidad.

También cabe destacar la belleza de las vigas de madera de roble junto a los gruesos muros de piedra natural y las paredes de losas de piedra en vertical de grandes dimensiones. Los pavimentos de la planta baja, paredes de los baños y cocina, se han realizado en microcemento y el antiguo establo, comuna y otras dependencias se ha restaurado el empedrado del suelo. En las otras estancias se ha colocado un cálido parqué de madera de roble.

El resto de paramentos verticales, el enyesado entre vigas de madera y la cubierta se han pintado a mano con brocha gorda y pintura a la cal de color blanco viejo, dando luminosidad a las estancias.